“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”
Juan 15:13
Quiero empezar diciendo que soy
un hombre con muy pocos amigos; que cuando veo aquellas personas a quienes
llaman “con don de gentes” me invade cierta nostalgia; me hubiera gustado ser
como ellos, siempre rodeados de amigos
por doquier.
Reconozco también, que tengo muchas desventajas por tener pocos amigos,
pero también tengo una ventaja muy grande,
los pocos amigos que tengo, los aprecio y me aprecian en gran manera.
Los amigos tienen poderes sobre
uno; a veces para bien y otras muchas para mal ¿quién no recuerda los desordenes
con los amigos en el colegio? Cuando le
ofrecieron la primera cerveza o el primer cigarro o la vez que cometieron
alguna imprudencia o cuando decidieron, escaparse a escondidas a bañarse al
rio, son muchas historias buenas y malas en las que siempre están involucrados los amigos (el parche, el carnal, las panas, los ñeros como se llaman cariñosamente hoy día).
Casi siempre tener amigos, es sinónimo de ser,
leal, de confianza, confidente; es agradable ser aceptado y apreciado por los
amigos.
¡Cuánto peso y poder tienen los
amigos en nuestras decisiones!
Pensando en amigos, quiero
también referirme a un amigo muy especial y de mucho poder; él ha dicho que es
mi amigo y que siempre estará conmigo; ha dicho además, que quiere lo mejor para mi, pero que
jamás; me obligara a tomar una decisión
que yo no quiera; él es el mejor amigo, que uno pudiera tener, Jesús, el hijo de
Dios. Siento cierta inquietud al preguntar esto, pero ¿Considera usted a Jesús como su mejor
amigo? Lo pregunto porque a muchas personas les pasa (me imagino que a usted no) dicen que su mejor amigo es Jesús, pero muy pocas veces le
comentan sus decisiones, piensan en él como el amigo metiche, como el
amigo criticón o como el amigo al que nada le parece, el amigo hay que hay que
ocultarle todo. … como si eso se pudiera.
Caso totalmente diferente, cuando
se trata de los amigos o compañeros de la empresa, compañeros de universidad y
de colegio con tal de estar bien con ellos, nos comprometemos a hacer cosas y
actos que sabemos que no están bien; ya es normal escuchar aquella frase: “Parce,
con usted pa´ las que sea” queriendo decir con esto que
estaremos con él incondicionalmente. Otras veces el poder de un amigo, nos obliga a
meternos en deudas y compromisos y en casos más
delicados como delitos y ofensas graves a la sociedad.
Bueno pero tampoco quiero pintar
el poder de un amigo como algo malo y
perverso, también hay amigos que nos alientan a ser mejore personas,
amigos que nos obligan a cambiar de mentalidad y pensar en el progreso, amigos
con los que cada vez que uno comparte con ellos, sale arropado de valentía
y renovadas fuerzas.
Cada día es más difícil conseguir
un buen amigo, hay personas que presumen de tener dos mil o tres mil amigos en
las redes sociales, pero todos sabemos que esas cuentas solo sirven para
engordar el ego, para hacernos sentir importante, pero amistad verdadera la que
se labra todos los días con sinceridad,
solidaridad y respeto.
De una cosa si estoy seguro, el
único amigo que nos garantiza una amistad verdadera, permanente y sincera es el
señor Jesucristo; un amigo con poderes extraordinarios capaz de hacernos las
personas más felices sobre la tierra y que la única condición que nos pone es
que le creamos y le consideremos un amigo real y verdadero. “vosotros sois mis amigos si
hacéis lo que yo os mando” Juan 15:14
Amigos con poderes hay muchos,
con poder de convencimiento, con poderes para hacernos sentir importantes,
también con poderes para menoscabarnos y herirnos con sus palabras; pero el
único, el único con poder para perdonar nuestros pecados y traernos a los
brazos del padre celestial es nuestro amado amigo Jesús.
Qué bueno seria, que hoy le dijeras a Jesús…. A partir de hoy te
considero el mejor de mis amigos.
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