EL MARKETING TRAS LA CRUZ


Creo que fue, cuando dejamos de sacar tiempo, para estar en comunión con Dios, adorar  escuchando una dulce canción, contarle en el silencio de un lugar, nuestras penas y cuitas al Señor que empezamos a cambiar, porque de verdad; son muchas las cosas que han cambiado.

Cambiamos nosotros, cambió el evangelio, cambiaron los que lo predican; aunque hay algo que siempre me reconforta “Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y por los siglos” Hebreos 13:8 y además dice, que su Palabra permanece para siempre. 1 Pedro 1:25.

Parece que la Biblia hubiese dejado de ser suficiente, para entender lo que Dios nos quiere decir; ya el corazón, no lo llenan las sabias palabras de un amigo, ni lo reconfortan las palabras del que camina a nuestro lado; porque  despreciamos las palabras y consejos del que nos conoce desde niños, para ir y seguir en loca carrera las mil una, lisonjeras palabras de extraños “ungidos” que nos hablan por la TV; que nos hostigan con mensajes ilusorios desde la maraña de sus pensamientos; que llegan y nos acompañan tres días y se llevan nuestras historias y nos dejan con hambre y sed de ser como ellos; súper dotados, súper consentidos, amados y embajadores directos de Dios.

Hubo un tiempo en que solo unos pocos, podían interpretar la biblia; entonces surgieron los protestantes en la cabeza de Martin Lutero, quienes dijeron que la biblia, era del pueblo y que el pueblo podía leerla, interpretarla y compartirla y fue la biblia un libro abierto para todos; pero hoy muchos años más tarde, otra vez, aunque la biblia es un libro público, nuevamente está vedado; solo los “ungidos” “los apóstoles” “los escogidos” pueden interpretarlo.

Si se levanta alguien, que no es de la clase “sacerdotal” y comparte una experiencia espiritual, ese es un “fanático”, un religioso, sin doctrina.
La verdad, es que la culpa, no es de los avivatos, que están haciendo negocio con el evangelio, ni de los presumidos, que presumen de su conexión directa con Dios; ni de los comerciantes que nos venden desde libros, hasta aseguranzas cristianas; la culpa es sencilla y llanamente nuestra.

Lamentablemente, dejamos que nos montaran la tienda de Marketing, en nuestras propias iglesias.
La culpa es nuestra, porque cambiamos el evangelio sencillo y real del señor Jesucristo, que es de salvación, perdón y vida eterna, por otro que habla de prosperidad, vida abundante, dinero y comodidades, donde no existe el infierno, ataduras satánicas, ni muerte eterna.

La culpa es nuestra, porque preferimos que nos sirvan una palabra “instantánea”, es decir; que nos lean el texto bíblico, que nos lo interpreten y que nos lo apliquen y nos “cobren” por ello.

La culpa es nuestra, porque aunque ya no vamos a un sacerdote a confesarle nuestros pecados, esperamos que venga el “ungido” y nos dé “palabra” eso sí, palabra buena.

Es tan sencillo, llevar una vida devocional con Dios, una vida de oración, una vida de comunión; intimidad con Dios día a día, presentar nuestras acciones de gracia y peticiones al Padre. …

Pero preferimos la forma difícil, la que tiene intermediarios, la que nos pide “paga”; la que nos exige compromisos financieros, para sentirnos bien y pensar que con eso tenemos el futuro asegurado.

Quisiera estar dormido, y que esto solo fuera una horrible pesadilla, pero cada día despierto y el sistema es el mismo; los “escogidos” son cada día más ricos y los cristianos se acuestan pensando que después del “pacto” ellos también disfrutaran de las riquezas prometidas.

Nota: quiero aclarar algo; en ninguna parte digo que no se deba pagar el diezmo y ofrecer nuestras ofrendas a Dios; considero que es la forma bíblica de financiar y mantener nuestros templos y el personal que labora en ellos; lo que digo; es que no se sabe que esté haciendo más daño al pueblo de Dios, el evangelio light que se predica o las millones de tácticas que tiene el  diablo para atacar la iglesia.

Sinceramente.
Wal-Bor

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