Hoy, quiero enviar un saludo
fraternal a los pastores de mi ciudad;
hombres buenos, que un día sintieron en su corazón el deseo de servirle a Dios
íntegramente; hombres que le creyeron a Dios, y empezaron a vivir por fe;
hombres que fueron fieles a Dios y creyeron la promesa que desde el cielo Dios
enviaba para ellos.
Los pastores de mi ciudad, son
seres humanos, como cualquiera de nosotros; que cada día tienen que soportar
las presiones del entorno; las presiones de la iglesia y su propia guerra
interna que día a día tienen que enfrentar; a veces solos; a veces con el
acompañamiento de sus familias.
Todo eso lo comprende el Señor.
Pero, muchos pastores de mi
ciudad, se han olvidado que son soldados rasos; simples soldados al servicio
del Gran General; Jesucristo, el supremo
Jefe de los ejércitos del Señor.
No sé en qué momento, oh amado Pastor; te olvidaste, que eres un
simple soldado a las ordenes de su general; te olvidaste que hay que orar
intensamente, todos los días; te olvidaste que hay que ayunar y clamar a Dios
para vencer tus propios miedos, tu propio egocentrismo; no sé, en qué momento, olvidaste el estudio
sistemático de la biblia y te dedicaste
a bajar mensajes de internet que otros habían hecho por ti, y no fuiste a la
propia fuente, de donde fluyen las mejores enseñanzas del Señor y Dios.
¿Te has preguntado si Dios esta,
en ese pequeño reino, que ahora gobiernas? ¡Pastores de mi ciudad, han llenado
la ciudad de templos independientes! ¡Pregonan la unidad y ustedes jamás están
unidos! Si aquí en la tierra no caben ¿cómo creen caber en el cielo?, Pelean
por las ovejas del Señor, y las que
están dispersas ¿quién ira por ellas?; se avergüenzan de los pobres, los
sufrido y necesitados; pero, se sienten orgullosos, cuando un gobernante, un
principal o un rico, les visita; no saben que ha esos pobres y necesitados, los
ha puesto el Señor allí, precisamente para probarlos a ustedes.
¿Recuerdas cuando fue la última
vez, que hiciste algo, por los menos favorecidos?; hubo una época, en que ellos
te preocupaban; entonces Dios te bendijo, para que compartieras con ellos;
entonces empezaste a disfrutar de las delicias del reino de Dios; entraste en tu burbuja de
hombre prospero y te olvidaste de tu verdadera misión; ahora los cinco minutos
que horas los dedicas a dar gracias a Dios por lo que tienes y a rogarle que
nunca falte su bendición.
Hace rato, que la biblia se
convirtió en un amuleto de la prosperidad; hace tiempo, que los cultos de
adoración, se convirtieron en el show central de la iglesia tal; tus prédicas
ya no hablan de arrepentimiento, de la venida de Cristo y mucho menos del
infierno; “los locos son los que dicen eso”, se comenta en tu iglesia; la
oración se convirtió en un manjar, que solo se degusta en fechas especiales;
orar en público “es un oso” dicen algunos; pero en privado tampoco lo hacen.
Las familias pastorales, se
parecen a la típica familia americana; unos entran otros salen; unos están en
los videojuegos, otros están en el facebook, otros viendo películas y novelas
en la TV; el altar de Dios apagado; sin vida de oración, sin vida de familia,
sin comunicación; son unos extraños; que viven en la misma casa.
Oh amado pastor, no quisiera
estar diciéndote esto, me duele el corazón con solo mencionarlo; pero es
necesario; quisiera que recordaras, cuál es tu estirpe, cuál es tu linaje; eres
sacerdote del Dios altísimo, eres el vallado, eres la columna, eres el profeta,
que Dios ha colocado en esta ciudad para bendición; lo que ates aquí en esta
tierra será atado en el cielo, lo que desates aquí en esta tierra, será
desatado en el cielo; tienes las llaves, para abrir y cerrar la bendición, pero
parece que se te ha olvidado, a quien sirves y quien es tu Dios.
Dios, dice; que empezara, a
depurar la iglesia; dice que empezara por la cabeza, los pastores de mi ciudad;
ellos se sienten seguros, en sus pequeños reinos; dicen que son ricos, pero son
pobres; dicen que lo que tienen se lo han ganado con el sudor de su frente;
pero nada es de ellos todo es del Señor. Vendrán tiempos en que templos de
renombre serán cerrados; pastores irán presos; y no por causa del evangelio; si
no por sus malos negocios y mala administración de los bienes del Señor;
congregaciones enteras se avergonzaran de sus líderes y dirán que no los
conocen. Vendrán tiempos en que familias pastorales serán dispersas y unos a
otros se acusaran; tiempos en que lloraran, por el mal ejemplo que dieron a sus
hijos, y delante de todos, les avergonzaran.
Amado Pastor, es tiempo de volver
a la senda antigua, es tiempo de volver a leer el libro de hechos y aprender de
los primeros cristianos; es tiempo de ponerse de acuerdo para adorar juntos
Dios, es el momento de que la iglesia de
Jesucristo, se una en un solo sentir y clame por misericordia de Dios, frente
al gran mal que se avecina en nuestra ciudad.
Como el profeta Jonás, te estás
portando; quieres que el Señor haga “tu voluntad”, pero tú no quieres hacer la
voluntad del señor; el Señor te pregunta: ¿ qué pasaría con “Nínive”; tu
ciudad si ustedes los pastores unidos; decretan días de ayuno y duelo por la
ciudad? Seguramente las cosas serian muy diferentes.
Hay cosas que se pensaron
traerían bien a la iglesia y trajeron fue mal; la libertad de cultos, a fragmentado de
tal manera a la iglesia; que estamos como en los tiempos de los jueces “ cada
quien hacia lo que bien parecía”.
Afortunadamente, hay algunos de
ustedes que no se han torcido, ni a derecha ni a izquierda; conservan intacto el primer amor y
aunque han sido bendecidos en gran manera su corazón es sensible a la voz de
Dios; hay otros que son tizones arrebatados del fuego; entienden el mensaje de
Jesucristo y se han apartado de sus malas obras; otros en medio de lagrimas y
dolor, le piden perdón a Dios y se
colocan el uniforme de soldados rasos del reino de Dios.
He aquí, el señor les dice; seré
escudo protector alrededor de ellos; sus hijos comerán lo que ellos sembraron,
sus generaciones caminaran en mis caminos; su nombre será pronunciado con
respeto por las generaciones venideras; a su mesa, se sentaran reyes y
sacerdotes y le dirán bienaventurado.
Datos del autor de la carta.
Mi nombre quizás no le diga nada
a muchos pastores; soy un predicador laico de la iglesia; con muchos defecto y
errores; pero quien ha recibido este mensaje
del Señor en primera persona; quise
transcribirlo de una manera más formal para no colocarme en el ámbito del
“súper espiritual”.
Sinceramente no es mi deseo ofender a ningún
siervo de Dios, ni faltarle el respeto, de hecho, les admiro mucho y Dios me
guarde de levantar mi mano contra el
ungido de Dios; pero me gustaría, que usted leyera esta carta sin ningún
prejuicio y se pregunte sinceramente ¿ estoy haciendo lo que Dios me ha dicho
que haga?
Sinceramente.
Walter Borja.
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