Eligiendo la vida
Hay un himno antiquísimo que dice: “ya mi vida se la debo a Jesús
por que el murió en la cruz por mi”.
Hay muchas formas de
demostrar que se está vivo, los arboles por ejemplo, renuevan sus ojas,
producen sus frutos, se tornan gigantes,
los ornamentales dan sus colores y también sus fragancias.
Las aves, vuelan, se desplazan, y algunas nos alegran el
amanecer con sus hermosos trinos.
Hasta una pequeña hormiga,
demuestra que esta viva con sus movimientos
y trabajo.
El movimiento no da vida, pero sigue invariablemente a la
vida.
Cuando aceptamos a Cristo en nuestro corazón, nacemos a una “nueva
vida”; de seguro, esa nueva vida, debe manifestarse mediante un movimiento
espiritual. Nacer, crecer y dar frutos es el ciclo espiritual del creyente que
ha entendido el proyecto de Dios con su vida.
Hoy es necesario, evaluarnos.
¿Hay algún movimiento espiritual en mi vida?
¿Qué tanto he crecido desde aquel día, que conocí la Vida?
¿Puedo decir sin temor, viva la vida?
No hay comentarios:
Publicar un comentario