LAS PROMESAS SON PARA CUMPLIRLAS
“Pero lo que hubiere salido de tus labios, lo guardarás y lo cumplirás, conforme lo prometiste a Jehová tu Dios, pagando la ofrenda voluntaria que prometiste con tu boca.” Deuteronomio 23:23.
La promesa, alaga el oído de quien la escucha, los novios se prometen amor eterno, los hijos prometen a los padres portarse bien, los políticos prometen a sus electores que harán muchas cosas por ellos y los infieles prometen nunca más, volver a cometer la falta. Es pues, la promesa, la garantía, la palabra empeñada de que haremos algo y lo cumpliremos.
Tengo un recuerdo de niño, una promesa que me hiciera mi padre un día cuando vivíamos en un pueblo pequeño al otro lado del mar. Mi padre un jornalero que solo ganaba lo necesario para el sustento diario y mi madre ama de casa, con el oficio de ser mamá. … Era navidad y yo me enamoré de un regalo fino y costoso que vi en la tienda de variedades que había en el pueblo, era una pistola de juguete, la única; con cincuenta fulminantes para disparar, parecía de verdad y eso me entusiasmaba, llegué a la casa y le dije a mi papá, ya sé que quiero de regalo de navidad!- quiero una pistola con fulminantes que vi donde el señor Arturo.
- Aja, y cuanto vale? – me preguntó.
- No sé- respondí.
- Mañana la vemos – me dijo.
Al día siguiente, le recordé que teníamos que ir donde el señor Arturo, llegamos y preguntó el precio de mi regalo, escuché que don Arturo le dijo que costaba cincuenta pesos. Mi papá arrugó el entrecejo, en aquel entonces no lo comprendí, pero después supe que cincuenta pesos equivalían a tres días de duro trabajo para él.
Me dijo: Walter, ese regalo está muy caro, ¿por qué no piensas mejor, en esa camioneta, o en ese tractor con conductor a bordo? Se me salieron las lagrimas. Yo quería mi pistola; mi padre se conmovió y me dijo:
Está bien, el 25 de diciembre amanecerás con pistola. Me quedaban muchos días de espera, apenas estábamos a 8 de diciembre, recuerdo que todos los días iba a ver la pistola, no fuera don Arturo a vendérsela a otro. Mi papá, cumplió su promesa, el 25 de diciembre amanecí con pistola y cincuenta fulminantes en mi bolsillo.
Después de muchos años he comprendido, que a veces al hacer promesas estamos adquiriendo compromisos, que muchas veces no es fácil cumplirlos, que cuando prometemos algo, estamos estableciendo un pacto que empeña, nuestra credibilidad, nuestro honor y en el caso del cristiano, nuestro buen nombre y testimonio.
Nuestra idiosincrasia costeña, nos hace ser muy rápidos para hablar y de promesa fácil; tendemos a comprometernos en actividades que bien sabemos que más tarde no podremos cumplir; sin embargo al asumir el compromiso, ya estamos pensando en que excusa vamos a dar cuando se nos pregunte por qué no cumplimos y aquel que confió en nuestra palabra, quizás se sienta defraudado por que le tocará a él solo, desarrollar la labor.
Bueno, ahora pasemos a un plano más espiritual y analicemos lo que dice la Palabra de Dios sobre las promesas, compromisos y pactos que hacemos con Dios y con los hombres.
El ejemplo más elogiable de alguien que promete y cumple, lo encontramos en la persona del mismo Dios; según algunos estudiosos, las promesas de Dios registradas en la biblia son más de treinta y tres mil y dice la Biblia que “Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? Números 23:19.
Igualmente la Palabra de Dios es clara en cuanto a las promesas que hagamos a nuestro Dios y a nuestros semejantes “Pero lo que hubiere salido de tus labios, lo guardarás y lo cumplirás, conforme lo prometiste a Jehová tu Dios, pagando la ofrenda voluntaria que prometiste con tu boca.” Deuteronomio 23:23.
Eclesiastés “5:2 No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras.
5:3 Porque de la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del necio.
5:4 Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes.
5:5 Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas.
5:3 Porque de la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del necio.
5:4 Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes.
5:5 Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas.
Concluyo esta reflexión, dejando una palabra profética de bendición a todos los hermanos y amigos que se han comprometido en la remodelación de nuestro templo; sé que muchas veces cuando nos comprometemos con Dios en una causa noble, el enemigo nos pone zancadillas para robarnos la bendición. Cumpla lo que le ha prometido a Dios para que no se convierta en un insensato con el que Dios no se complace. Dé primero para el Señor y verá que aunque haya escases a usted jamás le faltará la provisión de Dios.
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