El Señor Jesús, mientras estuvo aquí en la tierra, anduvo sanando y predicando el reino de los cielos; miles de personas recibieron milagros y obras grandes departe de Dios. Hoy es lo mismo, corporalmente no le vemos, pero a través de su Espíritu Santo y su Palabra, sigue sanando a todo aquel que cree que él le puede sanar.
Hoy vamos a reflexionar sobre el caso de la sanidad de un hombre que tenía dos problemas; era ciego y era mendigo.
Lucas dice que Jesús iba entrando a Jericó, Marcos dice que iba saliendo, pero lo importante no es que Jesús fuera entrando o saliendo de éste pueblo, lo important6e es que allí había un camino, y que sentado junto al camino, había un hombre ciego mendigando.
Era un hombre ciego y la ceguera lo obligaba a mendigar.
¿Cuántos hay hoy, que en su ceguera mendigan?
Hay personas pidiendo “una limosna” de amor; están aferradas a una persona que quizás no las ama, solo por no sentir el frio de la soledad.
Otros, se conforman con “una limosna” de amistad, saben que esa amistad, les hace daño, que les está perjudicando, pero es lo único que creen tener y se aferran a ella como su tabla de salvación.
La verdadera pobreza, la verdadera ruina, la mendicidad verdadera, no es estar sin dinero, si no vivir sin un propósito en la vida.
Y aquel hombre pedía para sobrevivir porque era ciego.
Yo no sé a qué se debía su ceguera, quizás había nacido así, quizás; había sufrido un accidente, lo cierto es que era ciego y por eso mendigaba. Pero aquel ciego no estaba conforme con su situación, he aquí el primer peldaño para alcanzar lo que tú quieres en la vida, lo que tú quieres que el Señor haga contigo.
NO CONFORMARSE CON LA SITUACION QUE SE ESTA VIVIENDO.
El hombre estaba ciego es verdad, también es cierto que estaba mendigando, pero tenía un oído fino para escuchar.
Repita conmigo…. Oído fino para escuchar…
Dice la Palabra de Dios, que al oír la multitud que pasaba, pregunto, que era aquello.
“No veo, pero escucho gente hablando, caminando, gritando, algo pasa ¿Qué es?”
¡ES QUE JESUS EL NAZARENO ESTA PASANDO POR AQUÍ!
Estimado amigo, mucha puede ser la ceguera espiritual, puede la persona no ver nada absolutamente de lo divino, pero se escuchan rumores, Jesús está obrando milagros, dicen que sanó a un enfermo de cáncer, que sanó a un enfermo de sida, que dio libertad financiera a un comerciante lleno de deudas, que aquel que estaba perdido en el vicio lo transformo en un hombre nuevo e irreconocible.
¡ES QUE JESUS EL NAZARENO ESTA PASANDO POR AQUÍ!
Hay que abrir los oídos para escuchar, el problema es que algunos son ciegos y sordos; lo dijo chaquira, ciega sorda y muda.
Pero el protagonista de nuestro relato, era ciego y mendigo, pero no era sordo.
Cuando aquel hombre escucho que Jesús el nazareno era el que pasaba por allí, lleno de aire sus pulmones y grito:
¡JESUS, HIJO DE DAVID, TEN MISERICORDIA DE MÍ!
Hombre el tipo era ciego y mendigo, pero además de tener un excelente oído, también tenía, unos buenos pulmones, una poderosa garganta, y una fuerte voz.
Querido amigo, si tú en estos momentos clamas al Señor, el te va a responder, dile lo que quieras, como quieras; pero clama a Él.
Dile Señor, yo creo que estoy ciego y por eso estoy mendigando; por eso todo me sale mal.
¡JESUS, HIJO DE DAVID, TEN MISERICORDIA DE MÍ!
Te aseguro que abra gente con el propósito de desanimarte, dice la Palabra que cuando el ciego clamaba “los que iban delante le reprendían para que callara, pero el gritaba más fuerte”.
Cuanta gente cuando te ve angustiado en vez de animarte para que clames a Dios, se burlan y te injurian menospreciándote; pero aquel hombre clamaba con más fuerza.
¡JESUS, HIJO DE DAVID, TEN MISERICORDIA DE MÍ!
Dice la Palabra, que Jesús entonces, deteniéndose (que lindo saber, que cuando uno clama a Dios, El se detiene un momento de sus quehaceres para escucharnos)
El hombre de los ojos sin luz, no se cansaba de clamar, entonces Jesús lo manda a traer a su presencia y entonces le hace la pregunta del millón:
¿Qué quieres que te haga?
¿A Cuantos les gustaría que el señor le hiciera esa pregunta?
Repito la pregunta:
¿Qué quieres que te haga?
Otro ciego, como usted o como yo, quizás le hubiese respondido
-Quiero ser millonario
-Quiero que un rayo mate a los que se burlaban de mí
-Quiero que las mujeres se derritan por mí.
O alguno dándoselas de más “espiritual” quizás diría; quiero ser el más santo en la congregación.
Pero no, aquel hombre dijo:
¡QUE RECIBA LA VISTA!
Es que él sabía que si tenía Visión, todo se podría realizar; sería un hombre normal y prosperaría.
¿Cuántas personas, tiene un buen oído, una buena voz, pero les falta la Visión de Dios y como son ciegos espirituales viven mendigando y no les llega la bendición.
La Biblia dice, que cuando se pide se recibe y el, recibió la vista.
Dejó de ser un ciego, y lo más importante, dejo de ser un mendigo, dice la Palabra, que siguió a Jesús por el camino glorificando a Dios.
Tenía una nueva Misión y una nueva Visión.
Aquel hombre que hoy la Biblia recuerda su nombre se llamaba Bartimeo, hijo de Timeo a partir de aquel día fue un hombre nuevo.
ESTA REFLEXIÓN ESTA BASADA EN LOS PASAJES BÍBLICOS: Texto: Lucas 18: 35-43; Marcos 10: 46-52
WAL-BOR.
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